jueves, 26 de marzo de 2009

Libertad de abortar o abortad las libertades

Fuenlabrada, 27 de marzo de 2009. Recientemente, el Congreso de los Diputados ha aprobado la reforma de la ley del aborto por la cual sería legal que una mujer pudiera interrumpir su embarazo sin justificación ni necesidad de consentimiento paterno a partir de los 16 años, ampliando a 14 semanas el plazo para abortar.

El debate no se ha hecho esperar. Por un lado, están grupos de mujeres que defienden decidir sobre su propio cuerpo de forma voluntaria, y por otro, está la Iglesia, que se encarga de hacer campaña comparando a los niños con linces y jugando a ser víctimas.

Niklas Luhmann decía que cuando alguien alza su voz para discutir un tema en la esfera pública, amparado en la moralidad, no habla en nombre de la sociedad sino del suyo propio. Es normal encontrar voces disidentes a los temas que afectan a la ciudadanía. Sin embargo, es necesario diferenciar entre temas y opiniones. Los grupos contrarios al aborto fusionan ambos ámbitos y manipulan su discurso tratando de ver que el tema de discusión realmente es asumir una posición a favor o en contra de la vida.

La discusión sobre la defensa de la vida, no tiene las mismas implicaciones que dar el derecho a una mujer a decidir opcional y libremente acerca de la interrupción de un embarazo no planeado, sin que ningún órgano o institución intente imponer su moral.

Sin embargo, dar a una menor la posibilidad de abortar, supone poner una bolsa de veneno en manos de un bebé. Abortar, no se puede presentar como un medio anticonceptivo más. Se debe sopesar y meditar, supuestos que muchos menores no cumplirían. El aborto no es solo un derecho, es una responsabilidad.

jueves, 12 de marzo de 2009

BOLONIA ESTÁ AQUÍ

Fuenlabrada, 12 de marzo de 2009. Preparaos que Bolonia se acerca. No, no se asusten, la ciudad no se ha separado de Italia y avanza por el Mediterráneo para chocarse con la Península. Me refiero al tan nombrado y poco conocido Plan Bolonia que entrará en vigor en 2010. Digo tan nombrado porque llevamos oyendo críticas y manifestaciones en contra de él desde 2005. Digo tan poco conocido porque existe desde 1999 (sí, lo firmaron en este año sin consultarlo con la ciudadanía) y 10 años después sigo sin saber exactamente qué tiene de bueno y qué de malo.

Lo admito, soy una ignorante. Pero también soy muy curiosa y he investigado los principios de este acuerdo europeo que dice traer la homologación de los títulos universitario europeos y facilitar la movilidad estudiantil en Europa. ¿Suena bien verdad? Tu título te va a servir para trabajar en Europa y encima tienes la posibilidad de estudiar fuera de tus fronteras sin los tan pesados trámites para convalidar asignaturas. Muy bonito pero ¿y de dónde va a salir el dinero para moverse por Europa? El Gobierno no ha dicho en ningún momento que se vaya a destinar más dinero para las becas Erasmus. De hecho, con el dinero que se destina hoy para tal beca, a los estudiantes no les llega ni para el alquiler. Ya me dirás tú qué haces con 100 euros al mes. Pues nada. ¿Así se va a conseguir movilidad europea?

Ya hemos visto las bondades de Bolonia. Ahora lo negativo. Una de las críticas más duras que se le han hecho es la privatización de la universidad pública. Me explico. El Plan recoge que varias empresas privadas financiarán investigaciones junto con dinero público. En principio, parece bueno ¿verdad? Empresas que financiarán investigaciones científicas. Sin embargo, analicemos el asunto. Pongamos el caso que la empresa X invierte 20 euros en un departamento universitario y entonces el Estado pone 100 euros para ese mismo departamento. Por cada 20 de financiación privada, el Estado pone 100 euros de financiación pública. Es decir, la empresa se apropia de 100 euros de dinero público para pagar becarios y todo un departamento que va a estar trabajando gratis para hacer una investigación que en realidad tiene un interés puramente económico para una empresa privada. Esto en el caso de que recibas dinero porque qué dinero va a recibir departamentos como Filosofía. ¿A qué laboratorio farmacéutico o a qué empresa industrial le vendes Platón? Y si las empresas no dan dinero, el Estado tampoco.

Pues eso, preparaos que llega Bolonia.

viernes, 6 de marzo de 2009

La Decisión de Patxi

Fuenlabrada, 6 de marzo de 2009. Si usted fue uno de los millones de españoles que abrieron el periódico el pasado lunes para ver cuál había sido el resultado de las elecciones vascas, seguramente leyó algo parecido a esto “El PNV gana las elecciones en el País Vasco”. Yo lo leí y me asuste. Me asuste porque por un momento pensé que había viajado en el tiempo y había vuelto a 2005. Me dije a mi misma “esto ya lo he vivido yo”. Tuve una especie de dejà vu que dirían los entendidos. Entonces, recordé una sabia frase que me decía mi profesor de primaria “niña, lee el texto otra vez que no te has enterado” y lo hice, lo leí otra vez. “El PNV gana las elecciones en el País Vasco”, lo mismo que antes pero esta vez me atreví con el subtítulo y decía “No obtiene la mayoría absoluta y Patxi López podría gobernar si pacta”. Eso ya era otra cosa. Ya podía estar tranquila, estaba en 2009. Sin embargo, volví a asustarme pensando en el pobre de Patxi.
Párense un momento e intenten ponerse en la situación de ese pobre hombre. Imagínense que ha sido socialista de toda la vida, que se presenta a las elecciones para derrocar al poder nacionalista, con una propuesta de cambio para Euskadi y le dicen que podría cumplir su sueño de ser lehendakari, si y solo si pacta con el PNV o con el PP. Es como si a alguien que quiere ser presidente del Real Madrid, se le dice que si quiere serlo tiene que pactar bien con el presidente vitalicio que ha tenido el club o bien con el Barcelona. Lo mires por donde lo mires tienes ante ti un tema peliagudo.
El supuesto de pactar con el PNV, trae consigo una contradicción del discurso político que nos ha hecho ganar un gran número de escaños. Si a nuestros votantes les vendemos cambios en Euskadi, ¿cómo les vamos a dar otros 4 años de un gobierno compartido con el enemigo a batir? Además, la experiencia pasada nos demuestra que los gobiernos de coalición entre PNV y PSE han dado mayor rédito político al primero que al segundo. Lo que quiere decir que pactar con Ibarretxe y los suyos, acarrearía en nuestros votantes una frustración de la expectativa que traería consecuencias nefastas. Lo que traducido al lenguaje coloquial vendría a decir que en las próximas elecciones tendríamos menos credibilidad que los Milli Vanilli.
Hablar de una coalición PSE-PP es como decir que el agua y el aceite han conseguido mezclarse, algo difícil de concebir. Sin embargo, esta coalición parece la mejor opción. Un Gobierno tolerado por el PP atiende a las exigencias estratégicas del Partido Socialista. Logra que no caigas en descrédito dentro de la ciudadanía vasca. Lo cierto es que todos sabemos que la política más que un juego de ideales, es un concurso de popularidad, en el que gana quien mejor cae a la gente. Da al pueblo lo que quiere oír, ese es el principio.