viernes, 6 de marzo de 2009

La Decisión de Patxi

Fuenlabrada, 6 de marzo de 2009. Si usted fue uno de los millones de españoles que abrieron el periódico el pasado lunes para ver cuál había sido el resultado de las elecciones vascas, seguramente leyó algo parecido a esto “El PNV gana las elecciones en el País Vasco”. Yo lo leí y me asuste. Me asuste porque por un momento pensé que había viajado en el tiempo y había vuelto a 2005. Me dije a mi misma “esto ya lo he vivido yo”. Tuve una especie de dejà vu que dirían los entendidos. Entonces, recordé una sabia frase que me decía mi profesor de primaria “niña, lee el texto otra vez que no te has enterado” y lo hice, lo leí otra vez. “El PNV gana las elecciones en el País Vasco”, lo mismo que antes pero esta vez me atreví con el subtítulo y decía “No obtiene la mayoría absoluta y Patxi López podría gobernar si pacta”. Eso ya era otra cosa. Ya podía estar tranquila, estaba en 2009. Sin embargo, volví a asustarme pensando en el pobre de Patxi.
Párense un momento e intenten ponerse en la situación de ese pobre hombre. Imagínense que ha sido socialista de toda la vida, que se presenta a las elecciones para derrocar al poder nacionalista, con una propuesta de cambio para Euskadi y le dicen que podría cumplir su sueño de ser lehendakari, si y solo si pacta con el PNV o con el PP. Es como si a alguien que quiere ser presidente del Real Madrid, se le dice que si quiere serlo tiene que pactar bien con el presidente vitalicio que ha tenido el club o bien con el Barcelona. Lo mires por donde lo mires tienes ante ti un tema peliagudo.
El supuesto de pactar con el PNV, trae consigo una contradicción del discurso político que nos ha hecho ganar un gran número de escaños. Si a nuestros votantes les vendemos cambios en Euskadi, ¿cómo les vamos a dar otros 4 años de un gobierno compartido con el enemigo a batir? Además, la experiencia pasada nos demuestra que los gobiernos de coalición entre PNV y PSE han dado mayor rédito político al primero que al segundo. Lo que quiere decir que pactar con Ibarretxe y los suyos, acarrearía en nuestros votantes una frustración de la expectativa que traería consecuencias nefastas. Lo que traducido al lenguaje coloquial vendría a decir que en las próximas elecciones tendríamos menos credibilidad que los Milli Vanilli.
Hablar de una coalición PSE-PP es como decir que el agua y el aceite han conseguido mezclarse, algo difícil de concebir. Sin embargo, esta coalición parece la mejor opción. Un Gobierno tolerado por el PP atiende a las exigencias estratégicas del Partido Socialista. Logra que no caigas en descrédito dentro de la ciudadanía vasca. Lo cierto es que todos sabemos que la política más que un juego de ideales, es un concurso de popularidad, en el que gana quien mejor cae a la gente. Da al pueblo lo que quiere oír, ese es el principio.

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